lunes, 24 de diciembre de 2012

NAVIDAD 2012

Os deseo a todos-as ex del Mio Cid unas felices fiestas y un mejor 2013.
Un abrazo.
No podía faltar el relato de nuestro querido PACO,que una vez más nos
vuelve a sorprender gratamente.

Querid@ amig@:

Me asomo de nuevo a este inmenso ventanal de internet para hacerte
llegar la tradicional historieta o cuentito navideño. Confio que la
crisis haga fuerte tu resiliencia y te permita mejorar y gozar con
mayor plenitud de tu vida necesitando para lograrlo mucho menos. Se
avecinan tiempos de grandes cambios y espero te encuentre con los
brazos bien abiertos para recibirlos con esperanza e ilusión en un
planeta habitable para toda la comunidad de la vida.
Recibe un abrazo amoroso de Paco Lagardera.


Navidad 2012


EL MILAGRO DEL PERDÓN

Érase una vez un anciano solitario, alto, delgado y con barba que lucía una cabellera cana y poblada, como de algodón. Solía pasear por un parque muy grande y poco concurrido. Se sentaba frente a una gran explanada en donde iban a jugar niños de muy distintas edades a quienes observaba desde la lejanía.

En el barrio se decía que era un viejo raro y osco, muy poco hablador y con unas costumbres muy extrañas. Entre los niños había corrido la voz de que era un ogro.

Un día se le acercó una niña rubia y parlanchina de ojos almendrados que iba a buscar la pelota que se le había quedado parada justo detrás del banco que ocupaba el anciano.

La niña se acercó muy lentamente y cuando sus miradas se cruzaron sonrió, el anciano le respondió de inmediato con una amplia sonrisa.

La niña suspiró aliviada y dijo: Hola señor.

Hola señorita, le contestó el anciano sonriéndole de nuevo.

Me habían dicho que era mudo, que no hablaba, prosiguió la niña.

Cuando estoy solo no hablo, pero cuando tengo una grata compañía, como en este momento, me encanta conversar porque es el mejor modo que dispongo para aprender e informarme sobre la marcha del mundo y de la vida, dijo el anciano.

La niña sintió curiosidad y una vez hubo recogido la pelota se sentó junto a él dispuesta a conversar con personaje tan extraño.

Oiga señor, en el barrio se dice que cada día viene a ver a los niños jugar porque es un ogro y los rapta para comérselos crudos. Comentó la niña una pizca temblorosa.

El anciano comenzó a reír con tanto estruendo que un grupo de niñas cercano a ellos detuvieron su juego y se acercaron expectantes.

Rodeado por las niñas el anciano les habló con voz clara y firme: Siempre me han gustado los niños. Son seres espontáneos y sinceros con los que me gusta convivir. Durante cuarenta y cinco años ejercí de profesor y fueron mis mejores amigos. Por esto me encanta venir cada día a este parque a veros jugar tan alegres.

¿Pero no le da rabia que hablen tan mal de usted que no ha hecho daño a nadie? Le preguntó la niña que parecía la mayor del grupo.

No por favor. La rabia y el rencor son acompañantes muy desagradables para convivir con ellos. Siempre es preferible tener a la alegría y al buen humor por compañeros. Contestó sonriente el anciano.

¿Y qué hace para no tener rabia? Insistió curiosa la niña mayor.

¡Pues perdonarles! Terció la niña de la pelota.

¿A qué si? Preguntó dirigiéndose al anciano.

Efectivamente mi niña. Cuando perdono a todas las personas que hablan mal de mi, por ignorancia o por malicia, me libero del rencor y la rabia, lo que me permite llenarme de alegría con tan solo veros jugar cada tarde. Sentenció el anciano.

La niña mayor empezó a aplaudir a la vez que su cara dibujaba una enorme sonrisa. Poco a poco todas las niñas irrumpieron en un sonoro y largo aplauso.

El anciano, aplaudiendo y sonriendo también, concluyó: ¡es el milagro del perdón!



Aprovecha estas fiestas navideñas para perdonar, lograr liberarte del rencor y poder abrazarte a la alegría de vivir. Te lo desea de corazón tu amigo Paco Lagardera.



Barbastro, diciembre de 2012

jueves, 8 de diciembre de 2011

Navidad 2011

GRATITUD
Érase una vez una abuela muy paciente y trabajadora. Casi todos los fines de semana sus hijos le dejaban al cuidado de sus cinco nietos.
Sus amigas siempre le reprochaban que era excesivamente bondadosa, porque se privaba de gozar libremente de sus fines de semana.
Ella siempre les contestaba dándoles las gracias por lo mucho que la querían y se preocupaban por su bienestar.
Una de sus mejores amigas le dijo una vez:
¡Encima eres capaz de darles las gracias! ¡Pues claro que sí¡ Le contestó.
Les agradezco la confianza que tienen en mis facultades y en mi responsabilidad para cuidar de sus hijos, para colaborar en su educación, para mejorar incluso sus vidas como padres facilitándoles un merecido descanso.
Les estoy muy agradecida porque me regalan dos días a la semana para jugar con mis nietos, para ser testigo de su crecimiento como personas y permitirme crecer a mi también en su compañía. Es un gran regalo, de ahí mi gratitud hacia ellos, pues necesito de otras personas para seguir mejorando mi vida, además son mis propios nietos los que vienen para ayudarme en este propósito.
Hasta su nieta mayor le dijo un día:
Abuela, ¿por qué nos das siempre las gracias?
Porque os gustan mis cuentos y siempre estáis muy atentos cuando los cuento. Me hace mucha ilusión tener un auditorio tan devoto y selecto. Y se puso a reír.
Pero abuela, tu das las gracias por todo. Prosiguió su nieta.
Efectivamente hija mía. Es un gran placer poder dar las gracias por cualquier cosa.
Un gran placer, algo inigualable. Pues no entiendo cómo te da placer dar las gracias por cualquier tontería. Apostilló su nieta. La abuela suspiró y le dijo dulcemente: Cuando doy las gracias de corazón y desde lo más profundo de mi ser, no como simple cortesía, percibo que muchas partes de mi interior se abren, las articulaciones, los músculos y los órganos se esponjan, en ese momento todos los fluidos de mi cuerpo discurren más fácilmente provocando una limpieza de todas mis células lo que hace aflorar la luz que hay en su núcleo. Es como una especie de dilatación interna que te inunda de luz, que te ilumina, pero con una luz que proviene de tu mismo interior. Es una maravillosa experiencia que me eriza la piel y me hace sollozar y suspirar de felicidad.
¡Qué guay abuela! Exclamó el más pequeño que acababa de cumplir los cinco años.
¿Nos enseñarás a dar las gracias de corazón? Dijo otro.
Ya lo haces hijo mío, siempre que os cuento cuentos, que os llevo al circo o que os preparo vuestras comidas preferidas, me das las gracias que brotan de tu corazón. ¿Cómo lo sabes? Siguió preguntando.
Porque mi corazón se llena de alegría al percibir el amor que acompaña tus gracias. ¡Es verdad abuela, es verdad!
Corearon los cinco a la vez. ¡Qué guay!

Deseo pases una feliz Navidad dando muestras de gratitud por doquier Tu amigo Paco Lagardera Barbastro, diciembre de 2011

miércoles, 3 de agosto de 2011

Glosa del verano 2011
Se reconoce a una persona maestra a aquella que es capaz de enseñar cualquier cosa con especial relevancia o significado. Una persona a quién los demás consideran con sabiduría suficiente como para poder transmitirla y con la generosidad necesaria para hacerla accesible a los demás.
Ni títulos, ni prebendas, ni oropeles otorgan maestría sino que son los receptores directos de ésta, los enseñados, cualquiera que sea su calidad y cantidad, quienes otorgan esta cualidad.
La persona enseñada interpreta como valioso para sí la palabra, el gesto o la conducta de quien ejerce el magisterio. El ejemplo, el verbo o el procedimiento iluminan por un instante un mundo incomprendido o un ámbito de la vida que estaba plagado de sombras. La persona considerada maestra es desde esta perspectiva un ser de luz, alguien capaz con su sola presencia de
iluminar el entendimiento en otras personas y apartarles de las tinieblas de la ignorancia.
En plena revolución cibernética desbordante de información y telecomunicación globalizada, podría resultarnos muy útil afinar nuestra percepción para estar entrenados y saber reconocer a
personas maestras, que por prudencia y humildad no utilizan foros de resonancia mediáticos, pero que es posible vivan muy cerca de nosotros.
Todo cambia velozmente en este siglo XXI pero la sabiduría permanece donde siempre, en el espíritu y la vida ejemplar de las personas maestras. En este tiempo de crisis no nos vendría nada mal descubrirlas entre nuestros vecinos y amigos.

Glosa inspirada en las enseñanzas del amigo y maestro Fernando Abarca, a quien la vida se lo pone más difícil cada día, pero merced a su coraje, dignidad y sabiduría logra iluminar con su ejemplo y experiencia a los que tenemos el privilegio de conocerle.
Deseo que este verano puedas gozar con las enseñanzas de una persona maestra a tu lado.
Tu amigo Paco Lagardera.
Barbastro, verano de 2011

viernes, 24 de diciembre de 2010

Hola,
Se rumorea una posible quedada para el mes de Mayo del año próximo en las cercanias de Barbatro... ¿Qué os parece la idea?
Feliz navidad a tod@s!!!!!
Adjunto tambien la felicitación navideña de Paco :

PRINCIPES DE AMOR
Navidad 2010
Érase una vez una niña de ciudad que tenía tres años. Pasaba con sus abuelos las vacaciones de verano en la casa que éstos tenían en el campo. Tenía que realizar un largo viaje hasta llegar a ese lugar pero lo hacía siempre con muchas ganas e ilusión.
La niña lo pasaba muy bien con sus abuelos, con el jardín repleto de flores, con los animales que tanto la querían y con un estanque de agua muy fresquita en donde se bañaba muy a gusto los días en que más apretaba el calor.
El primer día de estancia allí le dijo a su abuelo:
- Abuelo, hoy vamos a jugar a príncipes y princesas. Tu serás el príncipe y yo la princesa.
El abuelo muy sonriente le contestó:
- Encantado, pero ¿qué tengo que hacer para jugar?
- Abuelo, el príncipe le tiene que decir a la princesa que la quiere, que está enamorado de ella y también le tiene que regalar flores. ¿Vale?
El abuelo soltó una carcajada de puro gozo y siguió al pie de la letra la propuesta de la niña durante todo el verano. Cada día se disfrazaban, bailaban, cantaban y cuando el abuelo le regalaba flores le decía:
- ¡Princesa, como muestra de mi amor, acepte su alteza estas humildes flores!
La niña se sentía muy feliz y reía con gusto cada vez que oía esta frase que seguía el guión del juego en el que tanto se aplicaba su abuelo.
Cuando se acababa el verano vinieron los padres a pasar unos días para más tarde regresar todos juntos a la ciudad puesto que ese curso empezaba la niña el colegio. Los abuelos, mientras tanto, habían decidido hacer un viaje con el que soñaban desde hacía mucho tiempo.
Pero durante el viaje el abuelo sufrió un accidente que le ocasionó una conmoción cerebral, por lo que tuvo que ser ingresado urgentemente en una UCI.
Los padres y la niña se desplazaron hasta el hospital para ver al abuelo. Médicos y enfermeras no dejaban pasar a nadie al interior de la habitación en donde el abuelo yacía inconsciente rodeado de aparatos. Debían contentarse con verle a través de una ventana.
Pero la niña insistió tanto en darle un beso a su abuelo que finalmente el médico de guardia accedió a acompañar a la niña junto a la cama de su abuelo. Una vez allí la niña besó la mejilla del abuelo, le acercó dos flores a la entubada nariz y le susurró al oído:
- Te quiero mucho príncipe. Traigo unas flores para que huela bien tu habitación.
El médico atónito contemplaba la escena mientras de los ojos del paciente emergían dos lágrimas que surcaban lentamente su rostro.
Tres días más tarde, los padres y la niña, ya de regreso en la ciudad, recibieron la buena noticia de que el abuelo había recobrado la consciencia y de que al día siguiente saldría de la UCI para ser trasladado a una habitación normal. Pasados quince días el abuelo abandonaba el hospital para recuperarse en su casa y pasar, pocas semanas después, las Navidades más felices de su vida con toda su familia.
Una vez más la magia del amor había hecho el milagro: el abuelo príncipe, gracias al amor de su nieta princesa, recuperó la alegría de vivir.

Deseo de corazón que estas Navidades seais tan felices como el abuelo príncipe de este cuento.
Vuestro amigo Paco Lagardera.
Barbastro, diciembre de 2010

miércoles, 27 de octubre de 2010

Os dejamos ver un par de fotos de la cena del sábado, si quereis ver a Ana bailando la danza del vientre tendreis que venir a la próxima...



Padilla, a ver si sabes quien es quien.



martes, 19 de octubre de 2010

Hola,
Ya tenemos restaurante para la cena del sabado 23. Es el restaurante Aladdin en Avenida Gaudi, 50.
Aqui teneis más información www.aladdinbcn.com La reserva es a las 21:30
De momento somos 7:
Ana Prieto
Mª Dolores Garcia
Jorge Atencia
J.A. Capdevila
Julian Martinez
J.I.Villegas
Alberto Alonso

Si alguien más se quiere apuntar que avise a Ana Prieto para ampliar la reserva.
Nos vemos el sabado!!!!

sábado, 18 de septiembre de 2010

Hola a tod@s!!!!
Se acabó el veranito y ya estamos de vuelta a la rutina...
¿Que os parece una cena para rememorar los tiempos de juventud?
Se propone el sábado 23 de Octubre, todavia sin concretar sitio, pero podria ser en Barcelona para que sea más facil trasladarse a la mayoria.

Alberto